19 diciembre, 2005

Norwegian Wood (Tokio Blues) Haruki Murakami

La transición de unos adolescentes a la edad adulta, a la plenitud de la vida, resulta ser más bien un enfrentamiento, un paseo que tiene a la muerte como compañera. "A partir de la noche en que murió Kizuki, fui incapaz de concebir la muerte (y la vida) de una manera simple. La muerte no se contrapone con la vida. La muerte había estado implícita en mi ser desde un principio. Y éste era un hecho que, por más que lo intenté, no pude olvidar". Esta frase que dice Watanabe, el narrador, al principio de la novela, podría ser la síntesis, el resumen de las páginas siguientes, la conclusión de las historias, (la suya y la de sus amigos) que nos irá revelando durante la lectura. Es el viaje particular de un chico en el proceso de integración muerte/vida.
En este mismo proceso se encuentran Naoko y Midori, las protagonistas femeninas, y ambas reflejan los caminos contrarios que Watanabe podría seguir, tanto de vida, como de la aceptación e integración de la muerte. Naoko, a la que su conocimiento de ambas, muerte y vida, la deja pisando territorios frágiles, terrenos movedizos y herramientas raquíticas para enfrentarse a su vida. Naoko paga con la cordura este enfrentamiento, y se interna en caminos lejanos a la realidad. En cambio a Midori sus paseos con la muerte la fortalecen, le inyectan aún más energía, más vida, la impulsan. El sexo, más que un refugio real y tangible, es una fantasía que la evade de la muerte que respira y vive a su alrededor, demasiado cercana para vadearla, demasiado concreta para negarla. En cambio para Naoko el sexo es algo imposible, el cordón que podría aferrarla a la realidad y a la vida, pero que es incapaz de asir.
"Estaba en la plenitud de la vida y todo giraba en torno a la muerte", cuenta Watanabe recordando aquellos lejanos años, quizá convencido ahora, veinte años después, de que es un verdadero superviviente.
Continuamente leemos en las noticias, escuchamos en la radio, vemos por televisión, el aumento en la tasa de suicidios entre los jóvenes japoneses, pero todo queda en una mera estadística, como las de la guerra, como las de los desastres naturales. No conocemos su vida, ni sus razones para terminarla. Esta novela, más que un acercamiento a los jóvenes que deciden terminar con su vida, es un acercamiento a los otros, a los que se quedan, a los que deciden quedarse (pues aquí la muerte es, más que un suceso inevitable, es una decisión), a los que intentan comprender por qué e intentan encontrar un sentido. La sensación que queda a los que sobreviven es la de estar en un pozo profundo y oscuro, en el que cada muerte acumulada a sus espaldas hundirá más. Son como fichas de dominó empujadas una por la otra, en una sucesión continua e interminable. El reto es romper, empujar hacia arriba. El reto es quedarse. Vivir.
Watanabe intenta comprender, a la vez, sus propias razones para vivir y las razones de su amigo Kizuki para dejar de hacerlo(y las de Naoko, y las de Hatsumi, y quizá, en el fondo, se preguntará también las de tropa-de-asalto, su compañero de cuarto, del que sólo sabemos que un día no volvió a clase ni al dormitorio, y dadas las circunstancias, parece natural suponer que también se ha suicidado, aunque no se menciona claramente).
Midori es el mejor asidero que Watanabe puede encontrar para escoger la vida. Midori no se pregunta, no intenta comprender nada, solamente vive e intenta hacerlo intensamente. Naoko intenta aferrarse a la vida navegando por el tormentoso mar, profundo y tenebroso de la locura y de las muertes de su novio y su hermana, pero terminará por naufragar.
El título original de esta novela es Norwegian Wood, una canción de los Beatles que a Naoko le gustaba mucho, sin embargo, en España se le dio el título de Tokio Blues, que a muchos no gustó, pero que a mi me pareció adecuado, pues la vida de cada uno de sus protagonistas es una triste canción de blues que tiene como fondo, como escenario, una ciudad grandiosa, tremenda, y al parecer llena de historias de vidas tristes y muertes decididas, en las que parecería que la soledad es casi siempre, compañera inseparable de la muerte, pero también de la vida.
Norwegian Wood
(this bird has flown)
I once had a girl,
Or should I say she once had me?
She showed me her room
Isn´t it good Norwegian Wood?
She asked me to stay
And she told me to sit anywhere
So I looked around
And I noticed there wasn´t a chair.
I sat on a rug biding my time
Drinking her wine
We talked until two
And then she said "it´s time for bed".
She told me she worked in the morning
And started to laugh.
I told her I didn´t
And crawled off to sleep in the bath.
And when I awoke, I was alone,
This bird had flown.
So I lit a fire,
Isn´t good, Norwegian Wood?