11 octubre, 2005

Las apariencias engañan (El mundo alucinante de Reinaldo Arenas)

Un mundo alucinante, la novela de Reinaldo Arenas, como predice el subtítulo, es una novela de aventuras, las aventuras y vicisitudes de Fray Servando Teresa de Mier, fraile mexicano que pasó la mayor parte de su vida en la cárcel y huyendo de ella. Una especie de road movie en donde todo lo que puede pasar pasa, y en la que nuestro buen fraile se ve inmerso en las situaciones más descabelladas, las más irónicas, las más alucinantes, superando siempre lo inverosímil pero casi siempre probable.

Reinaldo se sumerge en las Memorias de Servando, navega, toma como guía el testimonio del fraile, pero agrega su propia voz narrativa, que nos habla de la vida de este hombre, que le habla al propio fraile de su vida. Cada capítulo está visto desde tres perspectivas, la del personaje, la del narrador, y la del narrador hablando al personaje.

Es curioso como un personaje extraordinario, al que le suceden cosas extraordinarias, esté tan olvidado en la historia de nuestro país, y cómo Reinaldo lo rescata de ese olvido, y cómo esa vida exultante, dramática y azarosa de un fraile del siglo XVIII-XIX se parece tanto a la del propio escritor. Cárcel, persecución, libertad interna, lucha, Servando es igual que Reinaldo en lo provocativo, en lo rebelde, en lo tremendamente sincero y fiel a sus ideas y a su vida, en su fuerza, en su valentía, en no quedarse callado ante nada o ante nadie, en asumir las consecuencias con entereza. Muchas veces parecería que Reinaldo, más que hablar de Servando, habla de si mismo, se confiesa, se refleja en un personaje que en apariencia no tendría nada que ver con él.

Reinaldo anuncia desde un principio que esta es una novela y lo recalca, "recuerda que esto es ficción", sin embargo el grotesco mundo que se plantea y se recrea, a pesar de lo descabellado es verdadero, tan verdadero como las continuas cárceles y las continuas huidas del fraile, el constante ajetreo, el ir y venir de un país a otro, siempre con las idea fijas sobre su tierra, su deseo constante de volver y hacer de su país un mundo nuevo. Fray Servando fue ante todo un hombre que buscaba la libertad, no solo la propia sino la de su país, y en eso es en lo que quizá se asemeja más al escritor cubano.

Como en otras obras de Reinaldo, el lenguaje es transgresor, lúdico, con un gran humor y una ironía ácida, negra, amarga, pero también exuberante, frondoso, mágico, poético y sarcástico. Las aventuras son absurdas, ilógicas, paródicas, exageradas, pero también desoladoras y dramáticas.

El mundo alucinante es un juego, un intertexto, un diálogo entre Servando (a través de sus memorias, es decir, de sus palabras, de las situaciones tal y como el fraile cuenta qué las vivió) y la reinterpretación de la historia a través de Reinaldo.

También hay que puntualizar algo que menciona el propio Reinaldo en el prólogo: se ha dicho constantemente que esta novela tiene cierta deuda con el realismo mágico de Cien años de soledad, de Gabo, o con De dónde son los cantantes, de Severo Sarduy, escritas y publicadas después que Un mundo alucinante, lo cual comprueba lo poco que somos capaces de apreciar todo lo que nos quede fuera del “boom” latinoamericano, lo poco que miramos a otros autores que no sean los ya ampliamente conocidos y mencionados constantemente, y lo poco que conocemos la capacidad creativa de gente que vivió de manera marginal dentro del mundo literario. También, como dice Reinaldo en el prólogo, demuestra “sobre todo a los reseñistas y críticos literarios, que el tiempo no existe”.